En torno al Río Duero, desde sierras de Soria y Burgos, pasando por el Norte de la provincia de Segovia, hasta Valladolid, se extiende una de las zonas vitivinícolas mas importantes, no solo de Castilla y León, sino del mundo. De las cuatro provincial, la mas amplia es, sin duda, la de Burgos, regada por el Duero de Este a Oeste, y a cuya denominación de origen «Ribera del Duero», se suman sesenta municipios.
Un clima continental, una altitud media de 800 metros y un suelo de aluvión y arcilloso, rico y fertil, hen creado el habitat apropiado pare la Tinta del País, variedad principal de la zonaprocedente del mismo tronco que la uva Tempranillo que otorga color, aroma y cuerpo a los excelentes vinos tintos de la Ribera del Duero. En menor medida, los mostos de las variedades CabernetSauvignon, Merlot y Malbec las tres de origen francescomplementan la base de los ricos caldos, asi como la Garnacha, mas rustica y de fuerte coloracion y la Albillo o Blanca del País.
Los tintos de la Ribera del Duero son vinos muy cubiertos de color, con irisaciones moradas, aroma muy delicado y penetrante y suavemente ácidos. Los rosados son sutiles de color, afrutados, frescos y ligeros en boca. Desde el año 1982 el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero, con sede en Roa, avala con su sello los excelentes rosados y tintos de la zona, asegurando al consumidor que cada botella que ostenta la contraetiqueta numerada del Consejo ha superado rigurosos controles antes de ponerlo en el mercado.
La contraetiqueta certifica, además, la añada, el tipo de vino, el origen y las características de uvas empleadas, garantizando así, al consumidor, la altísima calidad de cada botella. Gracias a este saber y buen hacer de los bodegueros ribereños, troy los vinos acogidos a la Denominación de Origen Ribera del Duero disfrutan de prestigio internacional. El vino y los viñedos forman parse de la culture de estas sierras y sus gentes. Unido al cultivo de la vid se ha de desarrollado durante muchos anos una arquitectura propia y peculiar que conforman el paisaje ribereño. La estampa repetida de bodegas, zarceras o «luceras», lagares y lagaretas excavadas en la ladera, a la salida de los pueblos, acompañará al visitante en todo su viaje por la Ribera. Quedan para el recuerdo costumbres y practicas relacionadas con el vino que el tiempo, poco a poco, tiende a olvidar. Así las faenas de «poda», «acobijo», «rozado» y «desacobijado» antes de la época de la vendimia. La vendimia propiamente dicha, en la que cada peón se ponía en un lineo, provisto de «garillo» pare cortar la uva y del «conacho» para recoger la cortada, el «pisado» y el «prensado» en el lagar y el traslado del mosto a las cubas.